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miércoles, 8 de enero de 2020

¿Memorizar o que memorice la WEB?

Ya nadie lee a Machado. Ya nadie tiene recuerdos de un patio de Sevilla.

Para qué, si está en internet.
Ya nadie se lee un libro de poemas. A lo más, una frase en un sobre de azucarillos.
Ya nadie distingue entre impresionismo y realismo, para qué si está en la web.
Ya nadie memoriza una estrofa, para qué si la encuentro en la nube.
Ni ordenamos cronológicamente acontecimientos históricos (ya no decir datarlos).
Ya nadie sabe qué río pasa por qué ciudad, para eso está google maps.
Hoy llegamos a tal nivel de lo absurdo que algunos que reniegan de estudiar (memorizar) geografía, luego consultan una página sobre “geografía del señor de los anillos”. Algo que no existe, con nombres impronunciables y que, salvo para leer la famosa obra de Tolkien, no sirve para nada. O aquellos que se ríen de la generación que memorizó el nombre de los reyes godos, se saben “de carrerilla” la saga de los personajes de Juego de Tronos.
No MEMORIZAMOS, luego no RECORDAMOS, pero no hay que OLVIDAR que somos nuestros recuerdos y que nuestro conocimiento (propio, no cultural, no social), es lo que “aprehendemos” y lo que “aprendemos, sin olvidar que estos dos verbos conllevan una tarea posterior que es “guardar”; si no, ni se aprehende, ni se aprende.
Luego viene la lógica, la síntesis, el análisis… pero estas virtudes son como el cincel, el martillo y la lija de un escultor: Si no hay piedra sobre la que trabajar, no hay nada.
No hablo de memorizar sin comprender. Hablo de deleitarse al leer, memorizar y recitar una poesía sobre una triste tarde de invierno. Hablo de conocer las diferencias de los estilos pictóricos o arquitectónicos y descubrirlos en un edifico mientras se pasea por una ciudad que visitamos y ,recordando otro contenido, saber el significado de esa construcción, la historia de esa calle.
Hoy viajamos más, pero aprendemos menos en esos viajes y, seguramente, Cela en un viaje (andando) a la Alcarria, aprendió mucho más que algunos trotamundos que acumula selfies, kilómetros y sellos en el pasaporte.
Hablo de descubrir a Unamuno y encontrar la clarividencia de sus palabras en la España actual.
Hablo de saber que Soria se baña en el Duero en orillas repletas de álamos hendidos por un rayo.
Hablo de saber que me he partido el húmero que junto al cúbito y al radio conforman mi brazo.
Hablo de que estos conocimientos (memorias) han esculpido nuestras neuronas y, por tanto, mi personalidad.



Hablo de que internet, la nube, la web deben ser unas valiosas herramientas y no el recurso al que confío mi conjunto de conocimientos porque en ese caso ya no serían míos y si no tengo mis conocimientos ¿quién soy, qué soy?