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jueves, 30 de abril de 2020

VIVIR CON MIEDO O, SIMPLEMENTE, VOLVER A VIVIR

VIVIR CON MIEDO O, SIMPLEMENTE, VOLVER A VIVIR
Después de todo este tiempo confinados, cuando se empieza a hablar de ir volviendo escalonadamente a la nueva normalidad (primera realidad que, por incierta, desconocida y ambigua, da miedo). Cuando los niños (algunos) ya han vuelto a las calles, parece que empieza a verse la luz al final del túnel. Pero paradójicamente esta luz, a muchos, les da miedo.
Tras casi dos meses en la oscuridad, esa luz nos ciega y nos aterroriza.
Para algunos esa luz significa abandonar nuestra recién creada zona de confort, volver a acostumbrarse a la normalidad.
Para otros, incluso, esa luz es la del foco de un tren que se acerca a toda velocidad mientras se camina en dirección contraria por un túnel.
Tendremos que sumar otro miedo a los otros miedos. Tendremos que ir venciéndolos, pero esto sólo lo harán los valientes y los que antes ya se enfrentaban a esa incertidumbre, los que nunca tuvieron zona de confort o los que estén dispuestos a sufrir corriendo hacia la luz. Porque la única forma de vencer un miedo es enfrentándose a él, dándole forma, arañándose con sus garras.
Tendremos que aprender a enfrentarnos a ese miedo a la vez que se es responsable, prudente.
Tendremos que enfrentarnos a ese miedo APRENDIENDO. Aprendiendo de todo aquello que vayamos superando y, sobre todo, de todo aquello en lo que fracasemos.
Tendremos que enfrentarnos a nuestros nuevos miedos siendo flexibles, adaptándonos, sabiendo que nada será igual que antes (o que todo será como antes, como cuando nuestros padres y abuelos se levantaban a diario sin saber qué les depararía el día, sin certidumbres, sin seguridades).
Quizás a eso se refería la frase “los últimos serán los primeros”, porque los que antes de esta pandemia ya habían convivido con la inseguridad, son los que mejor saldrán de esta situación. A los demás, a los que hemos vivido en una cómoda y segura rutina, nos pillará sin callos en las manos y si conocer esos maullidos que produce el hambre en los estómagos.
Habrá que reinventarse sin tiempo para descansos, sin segundas oportunidades.
Habrá que olvidarse del miedo, es un peso excesivo para llevar en una pequeña mochila.
Nos hemos pasado más de un mes asustando a nuestros hijos con que había un “bicho” en la calle que nos haría daño si salíamos y ahora nos sorprendemos cuando algunos pequeños no han querido salir a jugar. Pero lo peor de todo ello es que nosotros mismos nos hemos asustado con esa idea.
Nos vamos a encontrar con depresiones, ansiedad, fobias sociales, agorafobias, hostilidad, TOC y sólo si somos más solidarios, si estamos dispuestos a sufrir y a llevar parte del sufrimiento que lleven otros, si de verdad estamos dispuestos a ceder parte de esa seguridad (lujo) del que gozamos, podremos salir , avanzar, mejorar como sociedad, como especie; si no, estaremos condenados a nuevos confinamientos.
Miremos hacia atrás y démonos cuenta de la de cosas que creíamos indispensables sin las que hemos sido capaces de vivir estos días.
Es el momento de elegir qué queremos llevar en la mochila y desprenderse de todo lo superfluo que no necesitamos y lo primero de ello es el miedo.
Es hora de decidir si queremos vivir con miedo o volver a vivir.

*Publicado en Atlaten, 9 extra, pag. 6

miércoles, 1 de abril de 2020

Afrontando las pérdidas durante la crisis del Coronavirus

Llega el momento de enfrentarse a la realidad. El Covid-19 está produciendo y seguirá haciéndolo un número anormal de fallecimientos. De por sí, una pérdida humana, la pérdida de un ser querido, es dura y conlleva un periodo de duelo. Pero las circunstancia de confinamiento agravan este dolor e impide desarrollar un proceso de duelo normal.

Os dejo un vídeo que deja patente este tema.
https://www.youtube.com/watch?v=ymfHVrOSojk&t=1s