Ayer atendí a la madre de un chico que se había suicidado. El dolor, mezclado con la culpa y con los sentimientos de desgarro que pude sentir en esa mujer me llevó a otro dato que lleva algunos meses por la red:
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jueves, 14 de octubre de 2021
Todas las muertes no valen lo mismo
Valores, emociones
Ayer vi llorar a cuatro jóvenes por la muerte de un amigo. Uno de ellos abrazaba a una compañera para consolarla. Habían viajado desde Guadalajara y habían ido en el mismo ferry que traía el féretro de su amigo y compañero.
Eran cuatro jóvenes, como otros cualquiera, solo que estos llevaban uniforme y tricornio.
A veces, cuando se habla de valores algunos dibujan una irónica sonrisa, como si habláramos de algo desfasado, algo arcaico e inservible. Anoche yo vi en esas lágrimas sentimientos, emociones y valores. No era sólo lo que sentían por un amigo, era la lealtad a su compañero.
Me gustaría pensar que algún día, todos compartiremos esos valores que cuerpos como la Guardia Civil o la Legión muestran con sus gentes.
martes, 12 de octubre de 2021
Y sin embargo, se destrozan estatuas de Colón.
Por el día de la Hispanidad.
Y sin embargo, se destrozan estatuas de Colón.
En el año 218 A.C. los romanos desembarcan en Ampurias y comienzan la conquista romana de la península ibérica. En la misma masacraron ciudades (Cartagena, Numancia, Sagunto), violaron, asesinaron y acabaron con las culturas íbera y celta entre otras… pero nosotros hablamos orgullosos del legado romano que nos dejó una lengua común, construcciones, vías, leyes.
Ya antes habían ocurrido otras invasiones (fenicios, griegos, cartagineses) y ninguna de ellas fue pacífica (al menos del todo).
En el siglo V (411 d. C.) comienzan las invasiones germánicas bárbaras o visigodas. Unos pueblos luchando por apropiarse de la península “romana”. Tampoco fueron campañas pacíficas,… pero nosotros hablamos de la cultura visigoda, del arte prerromano con sus muros de sillería y el arco de herradura.
La conquista musulmana comienza en el 687, aunque se hable de la batalla de Guadalete en el 711 como su inicio, y no acaba hasta la reconquista de Granada. En esos siglos las batallas, asesinatos y actos sangrientos por ambos bandos fueron constantes (no hablemos de la semi-imposición de una religión)… pero nosotros nos enorgullecemos del legado andalusí, del enriquecimiento de nuestra lengua con miles de términos árabes, de la cultura, la ciencia, la filosofía, los inventos, los avances en medicina.
Llega 1808 y la península sufre la invasión napoleónica o francesa. No me detendré en las atrocidades que nuestros vecinos del norte realizaron durante ese intento. Pero, incluso en este caso en el que expulsamos al invasor, somos capaces de afirmar que quizás nos hubiese ido mejor con sus ideas ilustradas que con el despotismo por el que luchamos.
NUNCA se nos ha ocurrido que todos estos pueblos debían pedirnos perdón. Nunca se pensó en destruir el acueducto de Segovia, la iglesia de San Juan de Baños o la Mezquita de Córdoba. No hemos tirado y destruido ninguna escultura de Escipión o de Averroes.
Sin embargo, constantemente, por motivos o intereses furtivos, se nos pide que pidamos perdón por el descubrimiento (no, perdón, la conquista) de América. ¿Se imaginan cómo sería el mundo, para los europeos y los “americanos” si Isabel la Católica no hubiese sufragado esta expedición?, ¿Alguien cree que de haberla hecho otro país hubiese sido mejor?, ¿más pacífica? ¿los ingleses que masacraron a las tribus de América del Norte?. ¿Cuál de las Américas ha vuelto a ser de sus primeros pobladores?
Y sin embargo, se destrozan estatuas de Colón.
lunes, 11 de octubre de 2021
Las tres Españas
D. Antonio se equivocaba. Nos habló de dos Españas y dictó que una de ellas habría de helarte el corazón.
Antonio Machado no supo o no quiso ver que, en realidad, son tres las Españas que existen. Lo que pasa es que una es la España callada, la España que, como en la canción “no tiene ira y quiere vivir en paz”. Esa España, o esos españoles, que es a la que las otras dos España quieren robarles el corazón y, a veces, la vida.
Lástima que esa sea la España silenciosa, porque es, sin lugar a duda, la más numerosa, pero, paradójicamente, la más débil. La que sufre más víctimas cuando las otras dos quieren matarse, la que es capaz de ver virtudes y defectos en ambos extremos y en sus propias ideas, la que quiere vivir construyendo, sintiéndose orgullosa de ser UN pueblo con sus diferencias.
D. Antonio se equivocó y de su equivocación nos vienen estos males, esta guerra civil perenne entre las dos Españas que pilla en medio a la tercera.
Por eso, y sin querer ni mucho menos hacer de poeta o mejorar un poema inmejorable, sólo con la idea de incluir una poesía modificada con un objetivo didáctico, me permitirán la licencia de reescribirla (y estropearla):
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
otra España que bosteza,
Y una tercera que sólo quiere vivir.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
las dos Españas
ha de helarte el corazón
Sobre todo si quieres pertenecer a la tercera.
Ojalá ésta aprenda a levantar la voz,
Como las otras las armas y las injurias.
Leyendo estas estrofas (las de Machado), uno claudica y entiende que somos un pueblo sin solución. Un pueblo que no sabe vivir si no mata al otro. Un pueblo que no sabe vivir en paz. Un pueblo que no pregunta qué han dicho, para calificar el contenido, sino quién lo ha dicho. Somos un pueblo de borregos, un pueblo que, según dicen, llegó a exclamar dirigiéndose al rey Fernando VII, el Deseado, el rey Felón, “señor, lejos de nosotros, el pecado de pensar”. Seguro que será una leyenda, pero qué bien nos define.
Y así nos encontramos entre los que quieren resucitar a Franco y los que quieren beatificar a ETA. Y lo peor, están dispuestos a comenzar una confrontación por ello.
Somos un pueblo de ideales, cuando lo que debemos tener (y respetar) son valores. Los ideales son compartidos y van enlazados unos con otros de forma que si se admite y se sigue uno, hay que querer a los otros (aunque individualmente algunos no nos parezca adecuado). Los valores son individuales, los elijo porque creo en ellos y, si la realidad me demuestra que no es adecuado, lo cambio sin presión del grupo. Los valores que yo tengo pueden coincidir con los de otro grupo, los ideales, no.
Rafael del Águila, uno de los grandes pensadores de este país, nos advertía “No es precisamente la ausencia de ideales lo que genera el exceso, la implacabilidad o el horror. Es su sobreabundancia…No hay política de poder que no se apoye en un gran ideal para justificar sus horrores” (1) .
Así que a esa tercera España, la que nos puede sacar de ese bucle que llamamos “nuestra historia”, sólo le quedan dos caminos. O empieza a hacerse escuchar o terminará otra vez con el corazón helado.
(1) Del Águila (2005). Políticas perfectas: ideales, moralidad y juicio. En A. Blanco, R. Del Águila y J. . Sabucedo. Madrid 11-M. Un análisis del mal y sus consecuencias (15-42)
domingo, 10 de octubre de 2021
Cuando la incultura se tiene como virtud y se alardea de ella.