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sábado, 18 de febrero de 2023

El tiempo.

Con el tiempo se van cayendo mitos y descubres que “eso”, el tiempo, no pasa en balde y que lo marchita todo. De niños y de jóvenes creíamos que había cosas inmutables que siempre que darían ahí y de igual forma. Los ancianos siempre serían ellos, Benito, el vecino que tenía una tienda junto a nuestra casa o la señora María, que enlutada y con un moño níveo traía la pesada compra a pesar de su edad.

Pensábamos que Sherlock Holmes seguiría eternamente resolviendo casos y viviendo con su amigo Watson en Baker Street 221. Sin embargo, el doctor se mudó hace años harto del sonido del violín y del protagonismo narcisista de su compañero y Holmes empezó a olvidarse de nombres y datos, de forma prematura y ayudado por su adicción al opio.

Tarzán empezó a sufrir de artrosis. Ya no era el más fuerte de la jungla y un día se encaró con un joven león.

Gilda, la mítica Rita Hayworth, se llenó de arrugas y dejó de ser un mito erótico para la siguiente generación. Ya nadie quería que se quitase el guante mientras contorneaba sus caderas.

Así todo es mutable y caduco, salvo algunos árboles que también envejecen aunque no se les caigan las hojas en otoño. Por eso, haz lo que puedas ahora, porque el día menos pensado, no alcanzarás a ponerte los calcetines.


Escrito mientras recorro el Camino de Santiago. Febrero 2023