Cuando éramos pequeños existían
verdades inamovibles, incuestionables: Los del Séptimo de Caballería eran
buenos (además de llegar siempre a tiempo), los “japos” eran malos, los médicos
eran sabios, los rojos masones eran… pues eso, Franco era un señor que había hecho
una cruzada para salvarnos, los conquistadores españoles de las Américas eran
valientes y aguerridos, lo que decía el padre iba a misa (para eso era el
padre). El mundo era simple, amable.
Luego nos hicimos mayores y descubrimos
que el General Custer era un exacerbado asesino de justos indios, vimos
Apocalipsis Now, los rojos pasaron a ser buenos (honrados y los únicos
sufridores de la Guerra Civil), pillamos a nuestros padres en contradicciones,
Pizarro resultó ser un masacrador de culturas y Franco… pues eso. Ya en nuestro
siglo nos convencieron de las armas de destrucción masiva que, además
resultaron ser invisibles y nos convencieron de la necesidad de una guerra
preventiva. Una detrás de otra. Aún andamos detrás de la posible conspiración
del 11-M…
La verdad se ha relativizado, depende
del medio consultado y del portavoz que la describe. Nos han engañado tanto con
verdades a medias que, como dice Sabater, «La fe no es sólo, como dice el
catecismo, "creer en lo que no vemos", sino sobre todo "no creer
en lo que vemos"». La VERDAD ya no existe, hemos dejado la inocencia,
hemos perdido la virginidad moral. El mundo se ha complicado. Con la libertad,
esa libertad de la que Manuel Azaña dijo que no nos hacía felices, sino
hombres, llegaron las complicaciones, porque la libertad es, sobre todo,
responsabilidad y eso, como ya dedujo Fromm, asusta.
Vivimos sumergidos en ese miedo,
alimentado por el bombardeo de noticias difusas en las que no nos da tiempo a
profundizar. No nos fiamos de lo que dice nadie, porque hemos ido descubriendo
que cada uno describía el asunto como le convenía. Y eso es caldo de cultivo
para los salvamañanas, para los iluminados que te prometen liberarte de esa
carga que se llama libertad a cambio de simplificarte el camino.
Frente a interpretaciones sobre
el caso Bárcenas y su si/no complicidad
de Rajoy, frente al caso Urdangarín y su si/no
implicación de la Casa Real, ante el caso de los ERES y su si/no participación de la Junta de Andalucía, ante la capacidad de
decisión de decidir si son justos los desahucios, o si los del SAT son Robin
Hood o simples vándalos (pobre Robin Hood), la promesa de un mundo donde los
del Séptimo de Caballería son los buenos. TENTADOR, pero preguntémonos a cambio
de qué.
Totalmente de acuerdo. Hemos pasado de considerar verdad toda aquella escasa información que se nos transmitía sin cuestionarla, a no creer nada de toda la información que nos llega. Esta es la Era de la desinformación por exceso de información. Pese a esto, creo que ha sido un pequeño avance. Al menos ahora, no hay tabúes, puedes acceder a información de forma rápida y de diferentes fuentes y "bandos" y crear tu propia opinión, fíjate bien que digo opinión, y es que creo que las verdades absolutas, por mucho que las busquemos... nunca han existido. Buscamos la verdad porque si la encontramos todo es más simple, los buenos son buenos y deben ser queridos y los malos son malos han de ser odiados pero nada en esta vida es así de sencillo.
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